Cuando plateas una metodología constructivista en tu clase, realizando proyectos de investigación
donde el alumnado es una parte activa y fundamental, es adecuado abordar la lectoescritura y las matemáticas de una manera similar, es decir, desde la misma metodología, porque solo así leer y escribir, contar, medir, enumerar, estimar, utilizar mapas, figuras geométricas,.. y un largo etcétera cobra sentido y se torna funcional. Porque si algo caracteriza a los proyectos de investigación es la funcionalidad y la necesidad de los aprendizajes que vamos a adquirir a lo largo de su desarrollo.
Cuando en infantil llegamos al curso de 5 años, el tema de la lectura y la escritura es uno de los que más angustian tanto a profesorado como a familias, a pesar de no ser un objetivo de esta etapa, y de la gran cantidad de publicaciones donde se habla de la necesidad de no "tener prisa" en este tema, de respetar los ritmos de cada uno, pues hasta los 7 años es cuando se produce la adquisición de la lectura y de la escritura (si no lo conocéis no os perdáis este artículo Sin leer ni escribir hasta los 6)
Así que, teniendo en cuenta todo esto yo trabajo la lectura y la escritura en mi clase desde una perspectiva constructivista, respetando los ritmos, las etapas por las que pasa cada alumno, proponiendo las actividades necesarias a cada uno de ellos para que vayan avanzando en ese proceso lectoescritor. Y resulta, que la mayoría de mi alumnado termina infantil en la etapa alfabética, algunos incluso en la ortográfica. Y todo esto, sin "dar de leer", sin utilizar cartillas, esos "libros maravillosos" que solo existen en la escuela y no tienen nada que ver con los textos que encontramos en nuestra vida. Lo han conseguido simplemente leyendo y escribiendo, cada uno a su manera, desde que entraron por la puerta de mi clase con 3 años. Solo así, he conseguido atender a la diversidad de mi aula, que como en todas, hay tantas diferencias como niños y niñas conviven en ella.Y gracias a ellos, todo el mundo vive su proceso lectoescritor sin agobios, sin sufrir porque no consiguen trazar las letras que tocan hoy dentro de la pauta "que más le gusta a mi maestra", ni leyendo cosas sin sentido que no nos sirven para nada.
Y después de esta reflexión que me he permitido hacer, quiero mostraros algunas de las actividades que diariamente hacemos en nuestra clase, además de leer y escribir cuando lo necesitamos en nuestro proyecto, para garantizar ese avance en el proceso.
Ahora que estamos en 5 años, el secretario del día, coge el libro de las adivinanzas, y elige un número del 1 al 180, pues es la cantidad de adivinanzas que contiene. Una vez lo ha elegido, busca la adivinanza que posee dicho número y la lee. Aquí cada uno la lee a su manera, desde los que están en la etapa alfabética que ya leen como los adultos, hasta los que todavía están en la silábica y necesitan la ayuda de la maestra o de otro compañer@.
Una vez que hemos adivinado de qué se trata, el secretario busca en las soluciones, que están numeradas igual que las adivinanzas, y leemos lo que pone. Aquí todo el mundo lee, porque se trata de un texto más sencillo que la adivinanza completa y solo se trata de comprobar la hipótesis sobre lo escrito, estrategia que todo el mundo ya posee. ¿Se puede atender así a al diversidad, a los ritmos personales? ¿Se puede aprender a leer de manera funcional y con sentido? Yo creo que sí. Enseñemos a leer y a escribir fomentando el gusto por ambas, no lo contrario.