Después de todo un curso a las espaldas, ha llegado el momento de las despedidas, pero antes no puedo evitar echar la mirada hacia atrás, y me vienen muchos recuerdos. Recuerdos de momentos buenos y otros no tan buenos, momentos que nos han hecho reir hasta casi llorar, momentos de enfados monumentales, momentos llenos de alegría, de tristeza, de nerviosismo, incluso de miedo, momentos de compartir, de tensión ... ¡de todo tipo! Y es que la escuela es como la vida misma.
Y haciendo balance, me quedo con todo lo maravilloso que tan generosamente me ha dado mi alumnado de este año. Un grupo magnífico, con muchísimas ganas de aprender, de trabajar, de disfrutar, de crear, de experimentar, de compartir... Con ellos he aprendido y he vuelto a disfrutar de mi trabajo, algo por lo que me siento realmente afortunada (y más en los tiempos que corren).
A pesar de ello, me toca despedirme, con mucha pena en el corazón, pero sabiendo que hemos alcanzado los objetivos que me propuse a principio de curso con creces, incluso superado.
Me queda desearos todo lo mejor y deciros... ¡Hasta luego! porque no deseo decir adios.
Un beso
Nati
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